
Según últimas investigaciones, por cada gramo de cocaína que se consume en cualquier lugar del mundo, se destruyen 4 metros cuadrados de bosque en Colombia, lo que suma una pérdida de 300.000 hectáreas de bosque destruidas anualmente.
Colombia produce 500 toneladas anuales de esta droga que en los últimos años ha acabado con 2 millones de hectáreas de selva colombiana.
Como si fuera poco, además de destruir hectáreas de bosques, para producir un kilo de pasta de cocaína se generan 600 kilos de residuos químicos sólidos y 920 líquidos, y se contaminan 200 litros de agua de los ríos, a los que van a parar los plaguicidas, amoníacos, ácidos sulfúricos, gasolina y otros químicos utilizados para el cultivo.
Unidos a las talas, todos estos elementos están destruyendo el hábitat de muchas especies en Colombia, un país que, según recordó la presidenta de la Fundación RenaSer, Elisabeth De Rodado, atesora el 10% de la biodiversidad global, posee el área más extensa de bosques tropicales y cuenta con la red hídrica más grande del mundo.

Consciente de este problema, la Fundación colombiana de protección del Medio Ambiente RenaSer ha puesto en marcha la campaña “Todos somos madre tierra” tanto en Colombia como en los principales países consumidores de cocaína -como España-, para concienciar a la población de que el consumo de esa droga no sólo tiene consecuencias personales, sino también ambientales.
El primer paso se dio este miércoles en Madrid, con la inauguración de una exposición permanente en la Embajada de Colombia donde artistas entre españoles y colombianos exponen sus pinturas sobre las especies de plantas de Colombia que están en peligro de extinción, como la rosa del monte. La Fundación RenaSer invita a que los empresarios y los gobiernos que quieran ayudar a proteger dichas especies colaboren apadrinando estos cuadros (3.000 euros la obra, unos 3.690 dólares) que irán destinados a proteger la especie representada.